Este sector de crecimiento no sólo se está empleando para monetizar el mercado de los datos y evitar gastos superfluos, también se aplica para mejorar la salud, las cosechas, evitar emisiones contaminantes, dar un mejor servicio a aquellas personas en situación de exclusión y adelantarse a muchas de las variaciones ambientales que ya están llegando de la mano del cambio climático.
El big data está cada vez más inserto en el día a día. Los dispositivos, móviles o no, a los que se está conectado generan miles de millones de datos al día que se han convertido en un gran negocio que aún tiene margen de ampliación. Según cifras extraídas del último encuentro Big data to action, apenas se está utilizando un 10% de ese volumen inmenso de información.
Un volumen que, en opinión de los participantes en este foro de especialistas, aumentará de forma exponencial, ya que para 2020 se prevé que los dispositivos conectados se incrementarán hasta los 25.000 millones en todo el mundo, y que la gestión de sus datos generará 900.000 nuevos puestos de trabajo y un negocio de más de 5.500 millones de euros sólo en la Unión Europea.
No es para menos. Hasta el momento el big data ha demostrado que puede dar réditos interesantes en algunos campos, sobre todo como herramienta de predicción. A través de determinados algoritmos y empleando las variables y los dispositivos adecuados se pueden detectar desde problemas graves de salud pública hasta tendencias de mercado, pasando por los rendimientos de una cosecha.
A gran escala y desde el punto de vista del tercer sector, la gestión de grandes volúmenes de datos está siendo muy empleada por la ONU y por Acnur paraaprovechar mejor los recursos existentes en los campamentos de refugiados. “Usan aplicaciones de forma intensiva para predecir dónde sería más efectivo localizar estos emplazamientos en función de la cantidad de personas, del lugar del que vienen, del camino que quieren seguir…”, explica Carlos García, coordinador del máster de Big Data de IMF Business School.
Lucila Ballarino, responsable global de Transformación Digital de Fundación Telefónica, asegura que también existen ejemplos de gestión de datos climatológicos, de salud o de criminalidad. “Pueden predecirse desastres naturales en forma de terremotos y tsunamis; analizarse rutas de propagación de virus en tiempo real para tomar decisiones rápidas y poder controlarlo lo antes posible, evitando pandemias; o incluso anticiparse a la realización de un crimen”, apunta.
Por otra parte, el portavoz de IMF Business School asegura que desde el punto de vista medioambiental el big data se está empleando para realizar simulaciones de cuál va a ser la evolución climatológica, de las corrientes del mar, de cómo va a afectar eso a la fauna y flora… “Nos permite poner en marcha acciones preventivas para controlarla y minimizar ese impacto”, comenta.
Desde el punto de vista medioambiental el ‘big data’ se está empleando para realizar simulaciones de cuál va a ser la evolución climatológica, de las corrientes del mar, de cómo va a afectar eso a la fauna y flora…
A nivel local, tanto García como Ballarino creen que estas herramientas pueden ser muy útiles para el trabajo de campo de las ONG. “Pueden servirse de las redes sociales, por ejemplo, para poder identificar y localizar a aquellas personas en riesgo de exclusión que necesitan ayuda y que se resisten a pedirla”, concreta el coordinador del máster.
“Otro ejemplo es el de la segmentación de campañas para hacer llegar a los donantes correctos las causas que de verdad le interesan, favoreciendo así las donaciones. O aplicar esa segmentación para captar a nuevos voluntarios para que participen en campañas enfocadas en sus gustos”, asegura la portavoz de la Fundación Telefónica.
La bioinformática, un terreno para mejorar
Uno de los principales espacios en los que el big data confluye con lo social es la bioinformática, dirigida a aportar soluciones en la gestión de datos de organismos vivos. El trabajo de esta disciplina ha agilizado los tiempos de muchos sectores como el biotecnológico o el farmacéutico que basan su potencial en la I+D y que consiguen resultados, económicos y de salud, a largo plazo.
“También tiene una gran importancia en el sector agrario. Analizando los suelos, o incluso desde el aire, se pueden detectar problemas y predecir el comportamiento de un cultivo en determinadas zonas agrarias, algo vital para alcanzar esa sostenibilidad alimentaria de la que tanto dependemos ya”, apunta José María Lezcano, CEO de Helix BioS.
Esta compañía, localizada en el Parque Científico de Madrid, ofrece servicios de análisis de datos biológicos y asesoramiento personalizado para industrias y grupos de investigación. En estos momentos, forma parte de uno de los proyectos más avanzados de Europa en análisis genéticos en coalición con el Instituto de Estudios Celulares y Moleculares (ICM). En concreto se encarga de llevar a cabo los procesos computacionales y de análisis de datos de los más de 3.000 procedimientos genéticos que pueden abarcarse en el ICM.
“Los secuenciadores dan toda la información del ADN en crudo, sin orden ni filtrado. Ahí empieza nuestra misión: recomponer ese rompecabezas genético, ensamblando los cientos de miles de pequeños fragmentos de lecturas, ordenarlos y, a partir de ese punto, buscar e identificar todas las variantes. Con este proceso podemos dar pistas mucho más fiables a un clínico a la hora de establecer un diagnóstico o un tratamiento”, explica Lezcano.
Uno de los principales espacios en los que el ‘big data’ confluye con lo social es la bioinformática, dirigida a aportar soluciones en la gestión de datos de organismos vivos. Otro de los proyectos que tienen entre manos está el de dar apoyo al sector minero peruano mejorando sus rendimientos de una manera mucho más sostenible. “Cobre, oro, uranio y otros metales valiosos pueden recuperarse con la ayuda de bacterias a través de un método biológico respetuoso con el medio ambiente”, comenta el portavoz de Helix BioS.
Prevención de riesgos laborales
Recientemente se ha presentado un proyecto encabezado por la compañía tecnológica Atos. Especializada en big data, está liderando el consorcio europeo We@Work, cuyo objetivo es el de detectar y corregir malos hábitos en el puesto de trabajo con el fin de evitar accidentes y bajas laborales.
Un problema no sólo de salud, también económico: según datos aportados por Atos, en Europa estos incidentes generan un coste que supera el 2,6% de su PIB, sufragado principalmente por las empresas privadas y los sistemas de seguridad social públicos. “Se ha demostrado que la implementación de iniciativas de mejora de la salud y el bienestar en las empresas no sólo reduce el absentismo laboral entre un 25% y un 40%, sino que aumenta la productividad general”, afirman desde la compañía.
El sistema en cuestión, en el que también está colaborando el Grupo Quirónsalud, captará datos personalizados de cada individuo a través de un dispositivo que acompañará al trabajador durante su jornada laboral. Éste detectará malos hábitos y lanzará alertas preventivas para que el afectado pueda corregirlas antes de sufrir un accidente o una lesión. También se podrán predecir los riesgos existentes en el lugar de trabajo y evaluar permanentemente la capacidad para operar maquinaria pesada: grúas, camiones, autobuses, trenes aviones…
Según César Mediavilla, del departamento de Salud de Atos Research and Innovation y responsable del proyecto, el dispositivo estará listo a finales de este año. “A lo largo de 2018 se pondrá en marcha la fase para su validación en escenarios reales, más concretamente en el Hospital Universitario de Karolinska, en Suecia y en la sede de Atos España, y esperamos poder tenerlo en el mercado a finales de ese año”, concreta.
Mediavilla afirma que, aunque todavía no se han perfilado los detalles, lo más probable es que Atos dirigirá el producto hacia el ámbito del wellbeing at work (es decir, de programas de bienestar para el empleado). Por su parte, la filial de riesgos laborales de Quirónsalud, llamada Quirón prevención, se encargará de los sectores donde existe un mayor riesgo de accidentes.