La seguridad trasciende el mundo físico, la realidad de un mundo virtual donde cada cada persona también esta expuesta a riesgos, la seguridad de los niños y de las niñas es un capítulo fundamental.
En la vida diaria salir a la calle o moverse por entornos masificados nos pone en guardia para evitar posibles peligros: robos, violencia o atentados a la intimidad personal. La precaución es importante, aunque vivir en un continuo estado de alerta genera tensiones, desconfianza hacia las otras personas y limitaciones o barreras en la socialización.
Las campañas para fomentar la seguridad suelen ser habituales en el mundo adulto, preocupado por vivir fuera de peligros, cuando los riesgos van unidos a la vida, si bien hay sociedades que consideran normal el alto grado de violencia y se acostumbran a convivir con ella.
En el entorno educativo la seguridad de los niños y de las niñas es un capítulo fundamental en la normativa vigente, en la responsabilidad de las instituciones y en las demandas de las familias, y se complementa en las aulas con la enseñanza de valores con fundamentos muy humanos y principios que intentan crear un mundo feliz desde edades tempranas, algo que ojalá fuera realidad a lo largo de toda la vida.
Preocupaciones
Le celebración del día de Internet segura (el pasado 6 de febrero) siempre es una buena oportunidad para reflexionar en voz alta y recordar la opinión de adolescentes que usan diariamente las TIC en su aprendizaje. Se dice que suelen ser limitados en el uso de la red, que dominan muy bien ciertos recursos lúdicos, comunicativos y sociales que están de moda, que son más instintivos que reflexivos, muy precoces e intuitivos y dados a valorar después de actuar, y acertar o confundirse.
Quizá mejoran a los adultos en estrategias, en seguir tendencias y saber buscarse soluciones en la red. Desconocemos cómo evolucionarán en su vida, que en gran parte será digital. Pero sí se pueden descubrir sus preocupaciones si se les deja hablar y se les ofrecen herramientas para la reflexión. Hacerles pensar no es difícil y llegar a conclusiones, es factible.
En contextos abiertos, donde predomina la enseñanza con medios digitales, donde la empatía favorece la cercanía a sus preocupaciones y prohibir está muy restringido, el flujo de ideas y reflexiones les lleva a plantear cuáles son los puntos en que se habría de incidir más.
La experiencia con adolescentes y jóvenes es muy diversa y depende de múltiples factores. No obstante, ser positivo y comprensivo es una de las primeras medidas que hay que tener en cuenta para atenuar y conducir su supuesta rebeldía, propia de una edad por la que todos hemos pasado. Generalizar es fácil y opinar, más aún. Es tremendismo ante casos concretos, bandas violentas, la supuesta apatía y transgresión de las normas sociales son motivo de análisis desde el mundo adulto. Quizá las razones de su comportamiento y actitudes se originan en quienes les han construido una sociedad de la que son víctimas y que no les aporta demasiadas soluciones acordes con los tiempos actuales.
La seguridad en la red les preocupa porque en ella pasan muchas horas al día, igual que muchos adultos. Desde la práctica activa y positiva en la educación con adolescentes en estos últimos meses, al plantear el tema, debatirlo presencialmente, observar sus costumbres en las aulas y mantener conversaciones privadas, podemos recoger estas diez reflexiones, útiles para mejorar la seguridad en la red:
Las familias en general tienen poca formación en el uso de Internet segura y a menudo son los hijos los que las orientan, siempre que en los centros educativos traten el tema, tengan una buena red de contactos o sean otros profesionales externos los que lo hagan, por ejemplo policías. Hay países como EEUU en donde en algunos Estados es habitual que haya familias que asistan a cursos de formación sobre el tema, para orientar después a sus hijos.
El papel del profesorado es fundamental. Son quienes les abren los ojos a la realidad y también quienes les pueden alertar con prohibiciones y peligros constantes, no siempre en contextos adecuados ni con finalidades demasiado educativas, más bien restrictivas.
- Los adolescentes en general son más precavidos y prudentes de lo que aparentemente se ve. Al estar atentos y compartir por redes sociales casos concretos y a veces cercanos, alertas sobre peligros y precauciones, se produce un aprendizaje colaborativo continuo. Ellos dicen que los adultos saben menos y suelen ser víctimas en más ocasiones.
- Su intuición es grande y, a pesar de que rellenar formularios con datos personales puede llegar a ser un gesto instintivo y emocional, su grado de desconfianza y sospecha también es alto. Buscan estrategias de autentificación en el grupo o en webs.
- Suelen delimitar el grado de privacidad en las subidas a la red, aunque esta es una de sus asignaturas pendientes, igual que entre los adultos.
- Se muestran preocupados por la exposición que hoy se hace de la biografía personal en Internet. La predisposición rápida a colgar fotos o mensajes también les afecta y se arrepienten de sus imprudencias cuando tienen argumentos para reflexionar sobre las consecuencias.
- Cada vez son más conscientes de la sobreexposición de la imagen masculina y femenina, con el aumento de su sensibilidad hacia la violencia machista, la pedofilia y la sospecha sobre la falsedad de algunos contactos. La mujer, una vez más, es la gran víctima.
- La nube no siempre la ven segura y tanto cruce de datos les lleva a desconfiar del big data.
- La seguridad a menudo la ven mediatizada por lo que hay detrás del acceso libre a determinadas informaciones: las compras fáciles y no seguras, la pornografía como sustituto fácil de la auténtica educación sexual (un gravísimo problema que exige soluciones educativas inmediatas), los juegos en línea o el seguimiento de determinados grupos o tendencias.
- Y una de las reflexiones más comentadas: a quienes usamos, conectamos o bajamos herramientas de todo tipo en Internet de forma gratuita, nos iría muy bien recordar: “Lo gratuito eres tú”.
Educación
Las reflexiones anteriores son el resultado del trabajo diario de algunos profesores con adolescentes que no proceden de barrios ni de colegios elitistas. Al contrario. Pertenecen a instituciones públicas con alumnos de clases medias y bajas del Estado español, pero también de otros países. Establezcamos más vías de diálogo y de reflexión con ellos y es fácil que, sea el ambiente que sea, aparezcan formulaciones para el progreso.
¿Qué hacer para mejorar la seguridad en la red desde las aulas?
En primer lugar, usar los dispositivos para educar y establecer marcos de referencia realistas, con normas en las que predomine el sentido común y el convencimiento razonado. Las instituciones educativas deben mirar al futuro desde el presente e introducir el mundo en el aula, que la teoría se plasme en la práctica competencial.
En Internet pueden encontrar webs especializadas en español que aportan muchos consejos para actuar dentro y fuera de los colegios, por ejemplo desde la red COLOMBIA APRENDE; en la Agencia Española de Protección de Datos; la red TeProtejo para la efectiva protección, a través de Internet, de la infancia y la adolescencia en Colombia y para denunciar violencia digital entre menores (según datos de UNICEF, uno de cada tres internautas en el mundo es un niño); o la red Pantallas Amigas, para una ciudadanía digital responsable.
Las aulas hoy, en una enseñanza ubicua con Intenet , están en todas partes, sus puertas siempre están abiertas y los profesores pueden ser todos los ciudadanos con su práctica diaria, hábitos y consejos. El ejemplo individual es la mejor forma de educar a la colectividad. Es el método más seguro.
Evaristo González Prieto.
Profesor y periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación, profesor de español, director y gestor del proyecto TIC de la Institución Educativa pública Torre del Palau, de Terrassa (Barcelona – España).