La ya famosa pistola Liberator, creada en su totalidad con piezas de plástico impresas en 3D, diseñada por la empresa Defense Distributed del autocalificado como anarquista texano Cody Wilson, está consiguiendo poner de manifiesto todas las contradicciones generadas por el desarrollo tecnológico.

En los cinco años de historia de la compañía (escribí sobre el tema en 2013), ha sufrido un episodio de incautación de una impresora 3D por la empresa Stratasys, cómo el repositorio de modelos tridimensionales Thingiverse excluía explícitamente el listado de todo aquello que tuviese que ver con armas de fuego, cómo el Departamento de Estado de los Estados Unidos cerraba su página web y prohibía terminantemente la distribución de los planos de su arma recurriendo a una ley sobre exportación de armas (demasiado tarde, porque a esas alturas ya estaban distribuidos para cualquiera que quisiera obtenerlos a través de todos los repositorios de descargas del mundo), después cómo llegaba a un acuerdo con la compañía en el que renunciaba a la restricción, permitía la publicación de los planos y se comprometía a cubrir los costes judiciales, y ahora, cómo esa distribución es de nuevo bloqueada por otro juez en base a que “existe la posibilidad de un daño irreparable debido a la forma en que estas armas pueden ser fabricadas”. Hasta Donald Trump ha terciado en el asunto, afirmando que no le parece que la cuestión tenga mucho sentido, y algunos jueces creen que el gobierno podría dar marcha atrás en el acuerdo al que llegó con la compañía.

Un laberinto judicial lleno de agujeros: antes de la primera restricción, y en el período de varios días que ha ido desde el acuerdo con el Departamento de Estado hasta la restricción del juez, las instrucciones y ficheros necesarios para imprimir las piezas han sido descargadas ya en varios miles de ocasiones, y compartidas a través de todo tipo de páginas. Quien quiera conseguirlos, los tiene sin duda a muy pocos clics de distancia.

Una pistola de plástico es indetectable por los detectores de metales, no tiene número de serie, y puede ser hecha en casa por cualquiera que tenga acceso a una impresora 3D, relativamente fácil de obtener. Es un arma que sirve únicamente para un disparo, y que, en función de la calidad con la que haya sido impresa, puede tener cierta tendencia a explotar en manos de quien la dispara. Las propuestas de algunos jueces de incluir de manera supuestamente obligatoria una pieza de metal en el diseño con un número de serie impreso resultan ridículas: obviamente, si alguien quiere hacerse con una pistola para algo malo, no incluirá esa pieza por muy obligatorio que alguien le diga que es. Los delincuentes, por norma general, no suelen cumplir las leyes…

Tiempo para la histeria: el país que menos restricciones tiene sobre la venta de armas de fuego, entrando en pánico porque ahora cualquiera puede tener un arma de fuego. Un pánico completamente absurdo, porque en realidad, cualquiera ya podía fabricar un arma de fuego, probablemente mucho menos peligrosa para quien la dispara que la Liberator, desde hacía muchos años, y con componentes adquiridos en cualquier ferretería. La propia Liberator hereda su nombre de la FP45 Liberator, otro proyecto de arma barata de un solo disparo, fácil de fabricar y sencilla, diseñada para ser distribuida entre la población en zonas ocupadas, y existen infinidad de ejemplos de armas construidas de manera sencilla y utilizadas, en muchos casos,  en zonas de guerra. Las pistolas y armas hechas de manera artesanal no son nada nuevo.

Las preguntas son evidentes: ¿sirve de algo prohibir la distribución de algo que ya está completamente distribuido, más que para llamara aún más la atención sobre su existencia y disponibilidad? ¿Realmente ha creado la tecnología un problema nuevo, o simplemente ha hecho evidentes los que ya existían? ¿Puede o debe hacerse algo al respecto, más allá de aplicar las leyes que ya existen?

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Actualizada: 5 de mayo de 2023 11:55 AM • Artículos