Por medio del uso de robots, la Escuela Quinoa, a través del aprendizaje experiencial y la metodología de aprender haciendo, promueve en los niños y niñas el pensamiento científico y creativo. Natalia Bohórquez Londoño, coordinadora pedagógica del Centro de Emprendimiento Quinoa, nos cuenta sobre esta propuesta en la que la robótica también se enseña a los más pequeños.
¿Cómo nace la Escuela Quinoa?
La escuela Quinoa nace en el 2005 y surge con la necesidad de cerrar las brechas sociales que había en la educación. En sus inicios, utilizamos un programa que se llamaba software libre para un mundo mejor y el objetivo era enseñar a los chicos que el computador era más que una máquina de escribir avanzada.
Una de las líneas de trabajo, son los talleres de robótica para atraer a los niños, niñas y jóvenes a la ciencia ¿Cuáles son las características de los robots que ustedes utilizan?
Los robots mindstorms de lego tienen la misma lógica de funcionamiento de las fichas lego, son encajables. Sin embargo, estos kits traen unas piezas o componentes electrónicos que permiten ser programados y además utilizar sensores. La facilidad que nos proporciona esta herramienta, es que se pueden armar la cantidad de robots o máquinas que la imaginación permita. Los contenidos los adaptamos dependiendo del nivel de aprendizaje de cada grupo con el que trabajamos.
¿Qué tipo de actividades realizan con los niños y niñas de los Centros de Desarrollo Infantil por medio de los talleres con robots?
Con los niños y niñas de primera infancia hacemos exploración, clasificación de piezas, de sensores, el uso de los mismos y su funcionamiento. También hacemos programación básica: adelante, atrás, a la derecha. Eso les permite a ellos explorar, generar hipótesis del funcionamiento de estas máquinas, generar una serie de inferencias, entre otros. De hecho, con el Círculo Virtuoso hemos trabajado en los Centros de Desarrollo Infantil y los colegios. Para esta sexta fase estamos en el CDI Perlitas del Otún, la institución Manos Unidas, Compartir Las Brisas y Puerto Caldas en San Isidro.
¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con la estrategia Círculo Virtuoso?
Nosotros empezamos a trabajar con robótica en instituciones privadas, generalmente desde primaria hasta el trabajo con estudiantes universitarios. El desafío con el Círculo Virtuoso fue grande, nosotros nos dimos a la tarea de incorporar robótica con primera infancia, esto era algo que no se había llegado a trabajar en ningún lugar. Durante las primeras tres fases del Círculo empezamos a aplicar las estrategias pedagógicas, conocer sobre primera infancia, cómo piensan los niños, entre otros. También estos desafíos nos han permitido demostrar que la robótica sí se puede trabajar con los niños y niñas de primera infancia.
¿Cuáles son los nuevos retos y propuestas para la presente fase y las posteriores?
El pensamiento científico no debe estar ligado específicamente a una herramienta tecnológica, el desafío en esta sexta fase es empezar a trabajar desde otras experiencias. En algunas instituciones educativas vamos a trabajar el steam, que es la combinación de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática. Trabajaremos a través de otras actividades de indagación y exploración partiendo de propuestas que les gustan mucho a los niños y niñas de primero, segundo y tercero de primaria.