Debido a los nuevos retos existen en el sector eléctrico, se hace necesario desarrollar tecnologías y sistemas más flexibles que favorezcan el desarrollo de las denominadas redes inteligentes o “Smart Grids”. Los objetivos de Europa de 20-20-20, la integración en la red del fuerte incremento de la generación de origen renovable o la necesidad de gestionar de manera más activa la demanda son algunos de estos retos (ver Energías renovables: tecnología, economía, evolución e integración en el sistema eléctrico).
Una Smart Grid se puede definir como “una red que integra de manera inteligente las acciones de los usuarios que se encuentran conectados a ella -generadores, consumidores y aquellos que son ambas cosas a la vez-, con el fin de conseguir un suministro eléctrico, seguro y sostenible” (Figura 4‑9)
Figura 4‑9. Esquema del concepto de una red inteligente o “Smart Grid”.
Fuente: European Technology Platform SmartGrids.
Las redes inteligentes tienen un papel fundamental que jugar en el futuro próximo del transporte y distribución de electricidad. Para conseguir los retos anteriormente expuestos, las redes inteligentes deberán:
- Robustecer y automatizar la red, mejorando su operación, los índices de calidad y las pérdidas en la misma.
- Optimizar la conexión de las zonas con fuentes de energía renovable, optimizando las capacidades de conexión y minimizando el coste de conexión de las mismas.
- Desarrollar arquitecturas de generación descentralizadas, permitiendo el funcionamiento de instalaciones de menor tamaño (generación distribuida) en armonía con el sistema.
- Mejorar la integración de la generación intermitente y de nuevas tecnologías de almacenamiento.
- Avanzar en el desarrollo del mercado de la electricidad, posibilitando nuevas funcionalidades y servicios a los comercializadores y a millones de consumidores en el mercado.
- Gestionar de forma activa la demanda, permitiendo que los consumidores gestionen de manera más eficiente sus consumos y mejorando la eficiencia energética.
- Posibilitar la penetración del vehículo eléctrico, acomodando estas nuevas cargas móviles y dispersas en la red, minimizando el desarrollo de nueva infraestructura y habilitando las funcionalidades de almacenamiento de energía que poseen.
Pero para su correcta implantación, es importante conocer y dar una adecuada respuesta a las principales barreras a las que se está teniendo que enfrentar esta tecnología:
- Madurez tecnológica y riesgo de “first mover”: la falta de tecnologías estándares y suficientemente maduras, suponen un elevado riesgo de inversión. Por otro lado, y aunque cada vez se están realizando más pruebas piloto de escala relevante, las estimaciones y análisis de coste/beneficio aún muestran una alta sensibilidad según los supuestos que se consideren (los costes pueden ser más elevados de los inicialmente considerados y los potenciales beneficios identificados no siempre se consiguen).
- “Business case”: como se desprende de los análisis coste/beneficio realizados, los costes de inversión y operación son aún demasiado altos (no existen aún economías de escala) y los beneficios que pretenden conseguir son difícilmente cuantificables e imputables a cada agente. Esto dificulta el nuevo modelo de negocio de la actividad. Por otro lado, cuando se cambia el modelo de negocio y se aumentan los riesgos de una actividad regulada, aumentan los costes de financiación, lo que hace menos rentables las inversiones.
- Normativa y regulación: la normativa vigente, en algunos casos impone limitaciones o barreras técnicas y en otras no genera incentivos suficientes para la inversión. Es necesario que, por parte de los reguladores, se tome conciencia de la importancia del papel que van a jugar las Smart Grids y se adecúe la normativa para facilitar su implantación tanto a nivel técnico como económico.
- Seguridad y privacidad de los datos: el detalle y volumen de la información que estará disponible sobre cada consumidor puede generar graves perjuicios si se usa de manera inadecuada o no se implantan las suficientes garantías para el tratamiento de los datos.
En España, como primer paso hacia una futura red inteligente, se ha establecido un plan para la sustitución de todos los contadores domésticos (≤ 15kW) por nuevos equipos electrónicos antes de fin de 2018, así como su gestión y lectura a través un sistema de telegestión implantado por la distribuidora. Este plan de sustitución, que fue establecido inicialmente en la orden ITC/3860/2007, adolecía de los problemas de madurez tecnológica indicados. Por ello, cuando los fabricantes de equipos dispusieron de la suficiente capacidad técnica para suministrar los contadores que cumplían con los requisitos exigibles, el plan de sustitución fue actualizado por la orden IET/290/2012.
El plan de sustitución actualmente vigente contempla actualmente varios plazos e hitos de sustitución (Figura 4‑10).